Hace un buen tiempo, recién llegada al edificio, hice un pedido por una app de domicilios. Domingo, pizza, Netflix, todo perfecto.

Era de noche y estaba muriendo de hambre. Pasó más de una hora, por lo que revisé la aplicación en mi teléfono y aparecía el pedido entregado. Me dirigí a la recepción, donde me dijeron que no había llegado nada para mí, pero sí, que vieron a una persona joven, de blanco merodeando por la bahía donde suelen estacionarse los carros. Decidí contactar al domiciliario y me dijo que había entregado el pedido a una persona que tenía el vestuario que me dijeron en el edificio.

Al parecer el domiciliario le entregó el pedido a la persona equivocado, por lo que me reintegraron el dinero y decidí pedir en otro sitio.

Pasaron los días y al volver de la universidad empecé a notar que veía al mismo joven. Algunas veces por la iglesia de los mormones, otras veces en la zona de parqueadero e incluso en el terreno abandonado que está al lado del edificio. Hablando con mis roomies, me di cuenta de que yo no era la única que lo había visto … ahí todo se volvió más escalofriante. Me pareció curioso, por lo que pregunté a la seguridad del edificio quién era esta persona extraña. Ellos, amablemente, prometieron revisar las cámaras para nuestra tranquilidad. Nos citaron una semana después. La persona que recibió mi pedido se ve claramente, comparte un par de palabras con el mensajero y se va caminando hacia la iglesia mormona que queda cerca. Seguimos revisando los videos de ese día y se ve claramente que más temprano el sujeto estuvo dentro de las instalaciones. Pasó un rato sentado en la sala de juegos, otro rato en el gimnasio y pasó de un lado a otro de la piscina.

Nadie dice haberlo visto adentro, por lo que salimos a averiguar por la zona. Siempre se le vio cerca a la iglesia, por lo que decidí entrar a preguntar, lo que me dijeron no me gustó para nada.

Un monje falleció hace 5 años allí. Era estudiante de teología y se preparaba para ser sacerdote. Sufrió una enfermedad que le causó la muerte y desde entonces, se ve su alma en pena deambulando por la zona. No somos los únicos, pues varios estudiantes de las universidades cercanas y personas que trabajan en los comercios dicen haberlo visto también.

Desde entonces, cada vez que uso el gimnasio y el salón de juegos, no puedo evitar sacar de mi cabeza que entre nosotros ha habido un visitante muy extraño al cuál, ya varios residentes hemos visto.

*Los hechos narrados anteriormente son propios de la ficción y cualquier parecido con la realidad, es coincidencia… ¿O no?